Nueva York, 04 de Junio del 2002.
ADELANTE!
Como empezar a hablar de Fernando Belaunde sin recordar esta, sino la única, la primera palabra con que debería empezar toda remembranza de uno de los peruanos más ilustres de todos los tiempos. Un hombre que supo dejar sus enseñanzas y su imagen imperecedera en cada rincón de nuestra patria. No hubo, ni seguramente habrá, otro presidente en nuestra historia que tuviera mejor conocimiento y experiencia de nuestra geografía. El gesto de la mano en alto, que funde una voluntad, una pasión y una esperanza, “el Perú”, estará siempre unido al legado de progreso y visión de futuro que nos deja el ex presidente. El Arquitecto no miró hacia atrás, sus ojos no se despegaban del horizonte.
Desde las aguas del Callao, hasta los meandros del río Amazonas; desde Madre de Dios, hasta falso Paquisha, habrá siempre una memoria, una anécdota, una fotografía, una frase inspiradora que nos recuerde lo maravilloso que es nuestro país. Un peruano que le contará a sus hijos que Fernando Belaunde fue el primer, y tal vez el único presidente del Perú que visitó su pueblo; o que tal vez se hospedó en su casa durante alguno de sus incansables recorridos por nuestro territorio.
Poseedor de un espíritu indomable, quiso fugar a nado del Frontón, en las gélidas aguas del Callao. Se batió a duelo con el Diputado Watson. Se enfrentó a las tropas de Odria para reclamar la inscripción de su candidatura, armado solo con el bicolor nacional. Transformó una pedrada en la frente, en la Plaza de Armas del Cuzco, durante una de sus primeras campañas, en un discurso de victoria. Visitó a nuestros soldados en el PV22 inmediatamente después de los enfrentamientos con las tropas ecuatorianas en 1981. Rescato a los exploradores de una prospección petrolera en Madre de Dios, después de un ataque en el que indígenas que dejaron a uno de los ingenieros con una flecha atravesada en el hombro.
Belaunde trascendió las fronteras de la tierra que lo vio nacer, he hizo que su calidad de estadista lo llevara a estrechar las manos del Presidente Chileno Eduardo Frey, y demostrar una vez más su reconocida elocuencia en la Conferencia de Punta del Este, en su primer gobierno. Acudió en auxilio de Raúl Alfonsín, presidente Argentino, durante el conflicto anglo-argentino por las islas Malvinas; y, remontando el Paso del Casiquiare, demostró la unión de las cuencas del Amazonas y el Orinoco, para estrechar la Mano del presidente Herrera Campins, en Venezuela.
A Fernando Belaunde el político, a quien tuve el privilegio de conocer en Lima, cuando yo tenía solo 20 años, lo describirán mejor quienes han hecho de la historia una profesión. A Fernando Belaunde el maestro, al que solía escuchar en la Asociación Perú, cada Lunes por la noche, lo recordaré por siempre. El mejor cumplido será tal vez dedicar un día más a trabajar por el Perú, en vez de dejar de hacerlo. Recordemos que Belaunde rescató el culto al trabajo, como rector y angular de la trilogía andina de la honestidad, veracidad y laboriosidad.
Su adorada Violeta lo precedió, en este camino que por fuerza debemos todos recorrer. La tristeza lo hirió mortalmente. La agilidad de un espíritu inquieto, la mente de un visionario, la hidalguía de un caballero, la integridad de un señor. Ese será el ejemplo del hombre, del que escuche por primera ves, cuando niño, de labios de mi padre, el Ingeniero Francis Butters Urteaga, ex alumno de la UNI, que escuchó a Belaunde en las aulas. Años más tarde, tuve el privilegio de conocerlo personalmente en Palacio de Gobierno, en una de tantas giras los fines de semana con la Primera Dama, con motivo de las inauguraciones de las cocinas familiares; que se construyeron por el Grupo de Apoyo de Palacio de Gobierno que ella presidiera. Años más tarde lo visité en su apartamento, con la emoción de cualquier joven que es recibido en la sala de un ex presidente del Perú. Estaba conmigo Rafael Ibárcena; cuyo padre, también Ingeniero, se casaría años más tarde con Carito, la hija de Don Fernando. Con cariño, organicé un poco su biblioteca en la Asociación Perú, incluyendo los muchos rollos de película que hiciera mi tío Franklin Urteaga, desde su compañía de Sucesos Peruanos, durante el periodo 1963-1968.
El jefe, como lo llamamos cariñosamente los de Acción Popular, ha acudido al llamado del altísimo, como él solía referirse a Dios; quien seguramente habrá dicho: “monsieur Belaunde, a la porte” (así lo llamaban, en francés, sus maestros en Paris). No me cabe duda, que con la mirada limpia, y el caminar sereno, don Fernando ha respondido “adelante”.
A Francisco, su hermano; a Rafael, Fernando y Carito, sus hijos, así como a sus nietos y demás familiares, mi más sentido pésame.
Atentamente.
Francis William Butters Rivadeneira
francisbutters@aol.com
ADELANTE!
Como empezar a hablar de Fernando Belaunde sin recordar esta, sino la única, la primera palabra con que debería empezar toda remembranza de uno de los peruanos más ilustres de todos los tiempos. Un hombre que supo dejar sus enseñanzas y su imagen imperecedera en cada rincón de nuestra patria. No hubo, ni seguramente habrá, otro presidente en nuestra historia que tuviera mejor conocimiento y experiencia de nuestra geografía. El gesto de la mano en alto, que funde una voluntad, una pasión y una esperanza, “el Perú”, estará siempre unido al legado de progreso y visión de futuro que nos deja el ex presidente. El Arquitecto no miró hacia atrás, sus ojos no se despegaban del horizonte.
Desde las aguas del Callao, hasta los meandros del río Amazonas; desde Madre de Dios, hasta falso Paquisha, habrá siempre una memoria, una anécdota, una fotografía, una frase inspiradora que nos recuerde lo maravilloso que es nuestro país. Un peruano que le contará a sus hijos que Fernando Belaunde fue el primer, y tal vez el único presidente del Perú que visitó su pueblo; o que tal vez se hospedó en su casa durante alguno de sus incansables recorridos por nuestro territorio.
Poseedor de un espíritu indomable, quiso fugar a nado del Frontón, en las gélidas aguas del Callao. Se batió a duelo con el Diputado Watson. Se enfrentó a las tropas de Odria para reclamar la inscripción de su candidatura, armado solo con el bicolor nacional. Transformó una pedrada en la frente, en la Plaza de Armas del Cuzco, durante una de sus primeras campañas, en un discurso de victoria. Visitó a nuestros soldados en el PV22 inmediatamente después de los enfrentamientos con las tropas ecuatorianas en 1981. Rescato a los exploradores de una prospección petrolera en Madre de Dios, después de un ataque en el que indígenas que dejaron a uno de los ingenieros con una flecha atravesada en el hombro.
Belaunde trascendió las fronteras de la tierra que lo vio nacer, he hizo que su calidad de estadista lo llevara a estrechar las manos del Presidente Chileno Eduardo Frey, y demostrar una vez más su reconocida elocuencia en la Conferencia de Punta del Este, en su primer gobierno. Acudió en auxilio de Raúl Alfonsín, presidente Argentino, durante el conflicto anglo-argentino por las islas Malvinas; y, remontando el Paso del Casiquiare, demostró la unión de las cuencas del Amazonas y el Orinoco, para estrechar la Mano del presidente Herrera Campins, en Venezuela.
A Fernando Belaunde el político, a quien tuve el privilegio de conocer en Lima, cuando yo tenía solo 20 años, lo describirán mejor quienes han hecho de la historia una profesión. A Fernando Belaunde el maestro, al que solía escuchar en la Asociación Perú, cada Lunes por la noche, lo recordaré por siempre. El mejor cumplido será tal vez dedicar un día más a trabajar por el Perú, en vez de dejar de hacerlo. Recordemos que Belaunde rescató el culto al trabajo, como rector y angular de la trilogía andina de la honestidad, veracidad y laboriosidad.
Su adorada Violeta lo precedió, en este camino que por fuerza debemos todos recorrer. La tristeza lo hirió mortalmente. La agilidad de un espíritu inquieto, la mente de un visionario, la hidalguía de un caballero, la integridad de un señor. Ese será el ejemplo del hombre, del que escuche por primera ves, cuando niño, de labios de mi padre, el Ingeniero Francis Butters Urteaga, ex alumno de la UNI, que escuchó a Belaunde en las aulas. Años más tarde, tuve el privilegio de conocerlo personalmente en Palacio de Gobierno, en una de tantas giras los fines de semana con la Primera Dama, con motivo de las inauguraciones de las cocinas familiares; que se construyeron por el Grupo de Apoyo de Palacio de Gobierno que ella presidiera. Años más tarde lo visité en su apartamento, con la emoción de cualquier joven que es recibido en la sala de un ex presidente del Perú. Estaba conmigo Rafael Ibárcena; cuyo padre, también Ingeniero, se casaría años más tarde con Carito, la hija de Don Fernando. Con cariño, organicé un poco su biblioteca en la Asociación Perú, incluyendo los muchos rollos de película que hiciera mi tío Franklin Urteaga, desde su compañía de Sucesos Peruanos, durante el periodo 1963-1968.
El jefe, como lo llamamos cariñosamente los de Acción Popular, ha acudido al llamado del altísimo, como él solía referirse a Dios; quien seguramente habrá dicho: “monsieur Belaunde, a la porte” (así lo llamaban, en francés, sus maestros en Paris). No me cabe duda, que con la mirada limpia, y el caminar sereno, don Fernando ha respondido “adelante”.
A Francisco, su hermano; a Rafael, Fernando y Carito, sus hijos, así como a sus nietos y demás familiares, mi más sentido pésame.
Atentamente.
Francis William Butters Rivadeneira
francisbutters@aol.com
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